Cuando la tradición, la historia, la naturaleza y nuestro compromiso con el medio ambiente se unen conseguimos paraísos al alcance como las costas de Andalucía.
Por medio mundo celebradas, los mares que bañan nuestra Comunidad Autónoma se caracterizan por la magia de sus playas, la sostenibilidad de su industria pesquera y la importancia de esta en el desarrollo económico. ¡El mar es una fuente principal en el devenir de Andalucía y eso se nota en cada producto!
El Consejo Regulador de Melva y Caballa tiene la suerte (y la gran responsabilidad) de apellidarse Andalucía. Un lujo al alcance de muy pocos que nos convierte en el principal defensor de nuestra naturaleza y su cuidado.
Tratado artesanal y tradicional del producto
El Consejo Regulador de Melva y Caballa de Andalucía siempre ha llevado por bandera el tratar a la materia prima como un producto único a través de procesos artesanales y tradicionales. Todas las piezas se tratan a mano, bajo el mimo y el cuidado de nuestros trabajadores y trabajadoras, que siempre quieren conseguir el mejor producto para el consumidor final.
Tanto los procesos de pelado de la melva y la caballa de Andalucía como el envasado en sus correspondientes latas, se realizan a mano siguiendo los mismos procesos que se llevaban desde hace cientos de años. En ningún momento del proceso de elaboración utilizamos productos químicos, aspecto que nos diferencia de gran parte del mercado de la conserva.
La costa de Andalucía: una zona geográfica trascendental en la calidad del producto
La zona de elaboración de las conservas amparadas bajo el manto del Consejo Regulador se conforma por los términos de Almería (Adra, Carboneras, Garrucha y Roquetas de Mar), Cádiz (Algeciras, Barbate, Cádiz, Chipiona, Conil, La Línea, Puerto de Santa María, Rota, Sanlúcar de Barrameda y Tarifa), Granada (Almúñecar y Motril), Huelva (Ayamonte, Cartaya, Huelva, Isla Cristina, Lepe, Palos de la Frontera y Punta Umbría) y Málaga (Estepona, Fuengirola, Málaga, Marbella y VélezMálaga).
Gracias a la procedencia de nuestra materia prima y la localización de nuestras fábricas nos ha llevado a conseguir el importante sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP).
¿No lo conoces? Te contamos más a continuación.
El sello de IGP de las latas de Caballa y Melva de Andalucía: aval de nuestros mares
Con el objetivo de conseguir un consumo transparente, la Unión Europea protege los nombres, las marcas y la indicación de procedencia encargada en identificar los productos regionales a través del sello IGP. De ese modo, el producto puede, por ejemplo, presumir de localización geográfica con todas las garantías frente a otros productos equivalentes.
Poseer el sello IGP asegura la excelencia de un producto como consecuencia de las características de su materia prima, el medio geográfico de dónde procede y la forma en la que se extrae y trabaja para dar con el producto final.
¡Qué suerte contar con la magia de la naturaleza andaluza en nuestra dieta!